
Todos conocemos con cierta certeza el origen de la palabra. Sabemos que proviene del sánscrito y alcanza aquel maravilloso título de LIBRO DE LA VIDA.
Es interesante, más allá de valiosas generalidades, adentrar en el conocimiento más certero del destino que marca el acercamiento al akásha.
Y me pareció que para comprenderlo más y mejor es bueno comenzar por saber que somos parte de una gran unidad universal que se conforma por el conjunto armónico de variadas unidades individuales que se extienden a lo largo y ancho del espacio infinito, se unen a veces, se separan otras, se alejan otras tantas pero inexorablemente cada una cumple un camino que le es útil al conjunto.
Así como sabemos explicar el nacimiento, desarrollo, crecimiento reproducción y transformación de una célula, de la misma manera, explicamos el proceso de crecimiento y desarrollo universal a través de la ejecución de sus leyes, las leyes de la evolución. Leyes que se cumplen más allá de la voluntad de las personas pero que cuentan con las personas para hacerse efectivas.
Y qué es la evolución más que esa gran masa energética que nos moviliza y permite que seamos VIDA en sus diferentes manifestaciones, animal, vegetal, etérica, etc. Vamos y venimos energéticamente y más allá de que concientemente podamos ¨olvidar el olvido¨ u ¨olvidar los recuerdos¨ , el conocimiento permanece y acciona a través nuestro. Lo hace en forma tan sutil que no siempre somos capaces de realizar connotaciones, aunque es bueno intentarlo para la mayor comprensión de la necesidad de la expansión de la conciencia.
Una buena ayuda en ese sentido es saber que no existen las casualidades, que todo en nuestra vidas obedece a una causa y por supuesto, causan un efecto. El camino por recuperar la causa, es el camino hacia la esencia. La memoria no falla, siempre está, y podemos dar cuenta de ella. Ciertamente, en un ejercicio y esfuerzo debido a que hemos programado la vida pensando que podríamos burlar las leyes naturales, y seguimos empeñados en eso.
Si por un momento nos detenemos mirando hacia nosotros mismos sin juzgamientos empecinados, descubriremos que ¨sabemos¨por qué suceden las cosas, cuales cosas pueden suceder y hasta qué deberíamos cambiar porque ya hemos experimentados antes, más atrás, en otra etapa del proceso de desarrollo de nuestra alma (energía), y el recuerdo cuando se hace vívido nos trae la experiencia.
Las cosas que traemos de nuestro pasado almático suelen repetirse ya que, tal como se sostiene, lo que no se aprende, debe volver a vivirse hasta aprenderse definitivamente. Imaginen una escuela, un clase de matemáticas, aprendiendo las tablas de multiplicar, hasta no saberlas no podemos pasar a estadíos más elevados de la matemática ya que aprender las tablas significa poder multiplicar, y multiplicar significa crecer y crecer significa expandirse. La ilusión de llegar a la universidad significa pasar por el nivel primario y secundario. No podrían saltarse esos pasos.
Qué diferencia al akásha de la vida cotidiana.
Por supuesto hay una estrecha relación sinembargo también sostiene su particularidad a saber: en la vida cotidiana tendemos a causa de una cuestión cultural (proceso de aprendizaje colectivo), intelectualizar en forma casi exclusiva cada acto de nuestras vidas.
Esa intelectualización nos llevó a tener compartimentos estancos de cada uno de los hechos que acontecen, tendemos a no relacionarnos. Igualmente ellos lo hacen independientemente de nuestra voluntad, y eso provoca que digamos el famoso ¨no entiendo como sucedió¨, esa intelectualización por demás valiosa en cuanto a aprendizaje realizado, por manifestarla en exclusividad tapa la esencia misma de los hechos de nuestras vidas. Así se producen las incomprensiones personales y colectivas, las famosas contradicciones ¨irreconciables¨.
El akásha propone el ejercicio de la dialéctica de los procesos evolutivos. Ser capaces de relacionar causa y efecto, los hechos entre sí, y de sus experimentación y análisis ser capaces de re descubrir nuevas formas y nuevas experiencias de crecimiento (expansión de la conciencia).
Para poder experimentar nuestro conocimiento ancestral debemos basarnos en el ejercicio del equilibrio entre lo emocional propiamente dicho y la capacidad intelectual. Ese equilibrio es el punto exacto que nos permite contactar con el akásha y a su vez es el akásha. Este camino sólo puede recorrerse a través del amor y para sentir ese amor debe haber aceptación de si mismo y de los otros, y no debe haber pluritos ni juzgamientos.
Cada uno de nosotros somos lo que somos hoy, reflejo de nuestra historia pasada que al conocerla, nos da la posibilidad de cambiar lo que se necesite cambiar, aumentar lo que se necesite aumentar y aceptar el desafio de crear nuevas y renovadas realidades.
Siempre este proceso podrá lograrse sobre la base del amor, sin juzgamientos y con la capacidad de perdonarnos. Sólo así se crece. Sólo así el ropaje que cada uno ha tomado para transcurrir el tiempo hacia la creación de un mundo mucho más feliz, cumplirá su misión.
Sólo así cada uno de nosotros comprenderemos que sólo estamos de paso, para realizar el mejor de los aportes hacia una luz que nos inunde a todos. Caminar en esa dirección, nos pone en contacto con el akásha.
El akásha es el equilibrio entre lo emocional y lo racional en función de comprender y cumplir mejor las leyes de la evolución. Una ley que propone dinamismo e imprime el desafio de lo diverso, para el desarrollo del libre albedrio con responsabilidad y sin apegos.
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